¿Enferman de la misma manera los hombres y las mujeres?

Intervenció Jornada de celebració 20è aniversari de CIPAIS 13-12-13

Dra. Carmen Carrazoni
Dra. Carmen Carrazoni

En primer lugar dar las gracias al Equipo CIPAIS  por poder participar en esta celebración de XX Aniversario del Centro.
Afortunadamente hemos contado con la colaboración de este equipo para poder, desde nuestras consultas de Atención Primaria, solicitar una ayuda psicoterapeuta cuando lo hemos necesitado.

Como ha comentado la Dra. Lubelza, “la persona tiene un cuerpo, no es uncuerpo”, que a momentos manifiesta  “síntomas que son emociones atrapadas en él”  para expresarlos y aprender a manejarlos necesitamos  las palabras que ayudan a curar.
Ante la pregunta: ¿enferman de la misma manera los hombres y las mujeres? Les expongo mi visión basada en mi experiencia, la cual me dice que NO; no enferman de la misma manera los hombres y las mujeres.

Trabajo como Médica de Familia en el CAP Manso y en la consulta diaria suelo visitar más mujeres que hombres y si pasamos al motivo de consulta, suele ser diferente.

EL HOMBRE

Viene más por síntomas físicos referente a procesos agudos: gripes, enfermedades respiratorias, lumbalgias, altas de hospital, etc y, sobre todo, por procesos crónicos: DM, HTA, Enf. Cardíacas, etc.
No relaciona que puedan existir síntomas con un trasfondo emocional. Se le ha dado en la sociedad un ROL en el que no caben las debilidades, si se entienden estas, por expresar sus miedos y angustias. Es por esto que le cuesta reconocer situaciones que requieren una intervención psicoterapéutica y llegan a nuestra consulta al límite, a veces, reconducidos por la pareja.
En estos momentos de crisis, con la pérdida del puesto de trabajo, siente que ha perdido su papel como cabeza de familia (responsable del mantenimiento del hogar) y situarle, ayudándole a reconocer sus emociones, nos va a llevar un tiempo.
Tenemos las generaciones de hombres más jóvenes, que tienen otro comportamiento. Debido a la época  en que han nacido y que la sociedad ha cambiado, su rol ya no es solamente  el de cabeza de familia, comparten más los roles con la mujer que también trabaja fuera de casa. Les  cuesta menos pedir ayuda y manifestar sus emociones aunque les mata la prisa, quieren que los malestares se curen ya.

LA MUJER

Cuando viene a la consulta sus síntomas a nivel físico están más relacionados con dolores inespecíficos: musculo-esqueléticos, migrañas, mareos, vértigos, etc…
También viene, por procesos crónicos: DM, HTA, Enf. Cardiacas, etc. Igual que el hombre, pero en menor cantidad.
Sin embargo, no le cuesta expresar síntomas emocionales: ansiedad, tristeza, insomnio, angustia…
La mujer ha sido educada con un rol de cuidadora (hija, madre, esposa, abuela)  y tras su incorporación al mundo laboral, esta doble función en su día a día, en muchas ocasiones le desborda y hace que llegue a la consulta culpabilizándose y responsabilizándose de situaciones que no le corresponden.
Las nuevas generaciones de mujeres, han ido evolucionando y encontrando su lugar, en una sociedad que en otro tiempo no la valoraba lo suficiente, y este empoderamiento le lleva a reforzar su autoestima, con lo que le es más fácil reconocer situaciones o síntomas,  en los que precisa ayuda, pero sin culpabilizarse. Igualmente que a sus colegas hombres les sigue matando la prisa  por encontrar la solución de su malestar.

 En el año 1995 Daniel Goleman publica un libro “La Inteligencia Emocional” en el que por primera vez se habla de este concepto.
La investigación en Neurociencia ha demostrado que educar la razón pasa por educar las emociones y, una relación inteligente entre ambas, es decisiva para afrontar la vida profesional y personal.

La gestión adecuada de nuestras emociones nos permite ser más creativos, innovadores y felices, siendo capaces de superar el miedo a la crítica o al fracaso.
Lo importante es saber que esta inteligencia emocional se puede cultivar con una apropiada percepción, expresión y comprensión de las emociones propias y ajenas, desarrollando la capacidad de regularlas  y utilizarlas para pensar mejor y relacionarnos con el entorno, para buscar y encontrar soluciones y nuevas formas de afrontar los retos de nuestro día a día.
La Univ. de Málaga desde 2004 tiene un programa  que viene evaluando los efectos de la educación emocional en miles de adolescentes. Los chicos y chicas con más inteligencia emocional presentan menos conductas agresivas y violentas, son más empáticos y tienen mejor Salud Mental.
La educación de las emociones no debería ser  un lujo, es una necesidad imperiosa que se tendría que afrontar desde las primeras etapas del sistema educativo. Necesitamos una educación más abierta que potencie la inteligencia emocional, para entendernos mejor con nosotros mismos y por extensión con los demás.
Si desde la escuela y la familia educamos las emociones sabremos manejarlas y expresar con palabras lo que ahora no sabemos hacer y acabamos reflejándolo con síntomas en el cuerpo.
Si  llegamos  a conseguir esto, quizás, no habría diferencia en la manera de expresar estos síntomas, entre hombres y mujeres, cómo estamos viendo hasta ahora.

Pienso, y a veces lo comento con mis pacientes que “LAS PERSONAS SE LO PASAN MAL PORQUE NO PIENSAN BIEN”.

Dra. Carmen Carrazoni
Metgessa de família, Manso-Via Roma

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